miércoles, 22 de julio de 2009

México no es de los mexicanos

Hay algo infinitamente peor en este país que ser mexicano: ser mujer. En una sociedad eminentemente uteral y contrariamente misógina, el imaginario colectivo se construye a través de la mujer en su caracter de mito más que de humano.

A pesar de considerarnos una cultura inexorablemente “occidental”, guardamos como sociedad una diferencia kilométrica con respecto al fundamento filosofal del pensamiento greco-latino: para nosotros, el mito es la medida de todas las cosas, no el hombre. De ahí se explica los fundamentos espaciales que convierten a la monumentalidad y el brutalismo como el constante en nuestro querido México. Lo mismo, desgraciadamente, es cierto para el caso de la mujer. Se le entiende en torno de todos los mitos que se puedan crear a través de ella, de su virginidad, maternidad y papel como compañera o subordinada de la figura masculina.

Mis dotes apologéticas son infinitamente tendientes al fracaso. No puedo, por razones de coherencia histórica y cultural, escribir en la posición de la victimización de la mujer. A cada evento social corresponde alguna reacción tendiente a neutralizarlo. Así como se degrada la calidad humana de la mujer, también muchas de ellas se han dejado medir a través del mito. Aceptan silenciosamente la castración intelectual de saberse y compadecerse desde el concepto de víctima. Este es necesariamente otro de los principios básicos de nuestra cultura: el maniqueísmo.

Cada día me encuentro más convencido de la necesidad del rediseño de nuestra cultura. Es necesario repensar los planteamientos que nos han llevado al punto actual. Es por eso admirable encontrar mujeres dispuestas a rediseñar desde su propia experiencia y su determinación con romper la inercia cultural que pesa sobre ellas. Sólo una forma más de decir lo mucho que te admiro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En estos momentos tan míticos y acusados de medievales (lo cual es bastante discutible...) los esperanzados se refugian en la ciencia para tratar de comprender su entorno. Citemos algunas leyes de la física.

Primera ley de Newton: "Todo cuerpo continúa en su estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme, a menos que actúe sobre él una fuerza que le obligue a cambiar dicho estado."

La definición de equilibrio termodinámico, respaldada por la primera y segunda ley de la termodinámica: "En termodinámica, se dice que un sistema se encuentra en estado de equilibrio termodinámico, si es incapaz de experimentar espontáneamente algún cambio de estado cuando está sometido a unas determinadas condiciones de contorno, (las condiciones que le imponen sus alrededores)."

Con algunos juegos de la lógica podemos, a partir de las anteriormente enunciadas leyes fundamentales, comprender que:

1) Una persona dada no cambiará de estado a menos que una fuerza externa la obligue a hacerlo, después de lo cual seguirá así hasta que otra fuerza externa la obligue de nuevo a cambiar de rumbo.

2) Cuando una persona se encuentra en equilibrio con su medio inmediato, no puede sufrir un cambio de estado por sí misma, ya que su entorno se lo impide. Se volvería incongruente con dicho medio y se crearía un gradiente térmico que la obligaría a regresar al estado de equilibro.

A partir de esta descripción, podemos sacar una gran conclusión:

Las personas no pueden cambiar de estado y/o de rumbo no sólo por la inercia que intrínsecamente poseen, sino por que se encuentran en un equilibrio con su medio que les impide por sí solas sufrir un cambio. Requerirían de una enorme cantidad de energía que evidentemente no poseen ya que se encuentran en equilibrio. Entonces, se requiere a un agente externo y ajeno a dicho medio que posea la suficiente energía para lograr dicho cambio.

El problema yace en el hecho de que la persona que ha sufrido el cambio constantemente requerirá energía para no regresar de nuevo al maldito equilibrio termodinámico en el que se encontraba. Y dado que el medio es, en términos reales, infinitamente mayor al sujeto en cuestión, toda la energía que éste último inyecte al medio apenas lo modificará.

¿Es absurdo pensar en un mesías que posea la suficiente energía para que, manteniendo el equilibrio termodinámico, provoque que la sociedad como un todo cambie a un estado ideal?

Yo creo que sí. La lucha es personal y constante, y depende de una inagotable fuente de energía que nos permita en todo momento no caer en aquel equilibrio termodinámico que impide todos los cambios desde adentro.

Empero, la gente se cansa. Y nadie puede producir suficiente energía para su propia lucha y para la de alguien más. Entonces, la labor del agente externo se reduce a sacar al sujeto en cuestión del estado de equilibrio en que se encontraba, dotándolo de una voluntad que le permita por sí solo generar energía para llevar a cabo su propia lucha.

Sin duda no todos tenemos el coraje de, ya teniendo dicha voluntad, iniciar una cansada e interminable lucha que aparentemente no traerá felicidad. A pesar que al final sea el camino al nirvana.

Y por eso y muchas cosas más, así como México no es de los mexicanos, las personas tampoco lo son de sí mismas.