domingo, 26 de abril de 2009

Convulsa

La ciudad de México encontró una indignación en lo más profundo de su orgullo: los templos católicos suspendieron los servicios religiosos este domingo. Desde la época de la guerra cristera este pueblo santo y recalcitrántemente religioso no fallaba en sus necesidades espirituales. El pueblo tenocha ha recibido dos golpes en las bases mismas de su orgullo en 48 horas: le quitaron su modernidad y a sus dioses. Las señoras hoy lucen un rostro desencajado. Merodean los templos con la falsa esperanza de encontrar su “auxilio espiritual”, caminan sus pasillos entre santos olvidados y ritos apagados. Hoy no hay nada que las arrulle para dormirse en sus bancas favoritas. No me crean mucho, mis relaciones con el extremismo religioso no funcionan bien. Yo me burlo de su dios y ellos se burlan de mi realidad. Mal negocio

Los médicos gritan, silenciados por sus superiores, que los tratamientos antivirales no están funcionando a pesar de su administración en dosis elevadas. Muchos han comenzado a faltar a sus trabajos, otros saben que van a ver morir gente sin poder hacer absolutamente nada. Los han instruido en reportar las causas de defunción como Neumonía o falla de las vías respiratorias. Tienen prohibido hablar con medios de comunicación y asentar en actas la Influenza como causa de defunción. Las personas se pelean a golpes por las vacunas en los diferentes centros de salud de la zona metropolitana. Mientras tanto, el ·heroico· ejército reparte cubrebocas para evitar el contagio.

Nuestro secretario de salud, tristemente famoso, luce cada vez más preocupado y un poco más cerca a un infarto. Está nervioso. Las palabras se confunden y esconde detrás de su bigotote de macho mexicano su temor. Escribe con un lápiz las preguntas de los reportes nacionales y extranjeros (pinches güeritos, ojalá los sacaran del país). “Mas sin embargo” se ha declarado que los laboratorios mexicanos fueron incapaces de reconocer las cepas del virus por la razón que cualquier mexicano que haya pisado una institución universitaria de este país imagina: no tenemos la tecnología. Necesitamos apoyarnos de los extranjeros. Para los que no lo tenían claro: la opinión del consejo de salud es, pues eso, un consejo al gobierno federal.

El pueblo tenocha ha olvidado su mítica relación con la muerte y se muestra más incrédulo. No sale. A pesar de las estimaciones de muchos de que esta emergencia sería una segunda semana santa para los capitalinos, las calles lucen desiertas. Las taquerías semi-vacías (un tercer pilar del orgullo tenocha) y los restaurantes California con una inusual disponibilidad de mesas. Mientras, la Organización Mundial de la Salud ha mandado un panel de expertos para “apoyar” la emergencia. En una escala de tres de seis en emergencias por epidemia, estamos a un paso del cierre de las fronteras.

Eso si, el tenocha es un ser social por naturaleza. Los jóvenes, el grupo poblacional que está diezmando la epidemia, acuden a los centros de salud en horda. Los lleva una procesión de incrédulos que, en medio de las risas y los bromas, tratan de negar una preocupación mayor. Para los incrédulos, se planea el cierre de transporte público en la capital dentro de las siguientes horas.

1 comentario:

javier cruz dijo...

¿Y qué? ¿Ya no va a escribir más? Bah... y aquél de la selección cultural, ¿dónde quedó?

Ya suelte la pluma... no se haga...